En la exposición que hace días se lleva a cabo en el Congreso respecto del aborto, la actriz Muriel Santa Ana brindó su testimonio:

"Una semana antes del 4 de abril de 1992 fui al consultorio privado de un médico, conocido en ese momento por ser el jefe de obstetricia de un importantísimo hospital público. Separados por el escritorio, hicimos los intercambios. Él me dio las recomendaciones, y yo le di la plata. Una semana más tarde fui con mi mamá y mi hermana al departamento de Avenida Santa Fe y Azcuénaga que ese mismo médico usaba para las intervenciones. Era un departamento interno, totalmente oscuro, nos sentamos a esperar en el living, en un sillón de tres cuerpos, mi madre, mi hermana y yo”.

“De la única puerta que estaba a la vista salió a los veinte minutos una chica de unos quince años acompañada por su mamá. Al momento, una mujer de ambo color verde se asomó y dijo mi nombre. Me despedí de mi mamá y de mi hermana. He tenido muchas despedidas en mi vida, ésta no fue la peor, y sólo la recuerdo ahora mismo porque la experiencia volvió a mi emoción y a mi carne”.

“Me prepararon en una habitación más parecida a un pasillo, que al mismo tiempo contenía otra puerta que, luego supe, comunicaba con el quirófano. El quirófano era la cocina, amplísima, típica de esos edificios de categoría de Recoleta, construidos en los años 50. Lo único que había en el espacio era una camilla ginecológica. El médico era muy amoroso, me dijo ‘esto va a ser muy rápido, quedate tranquila’. Después, me dormí”.

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