Mauricio en el país de las maravillas: Sin que se le caiga la cara  afirmó que estamos mejor que en 2015

“Este país va a crecer, a ser lo que tiene que ser y lo que necesitamos que sea para que tengamos un mejor futuro, si desarrollamos desde cada lugar todo lo que podemos hacer”. Así lo dijo hoy Mauricio Macri, quien volvió a sacar el manual del buen alumno de Jaime Durán Barba y durante unos cuantos minutos recurrió a más de lo mismo: mostrar un país digno de una mente fantasiosa y prometer que vendrán tiempos maravillosos sin ningún basamento en la cruda realidad actual.

Según el presidente, 20 de las 24 provincias, incluyendo la Ciudad de Buenos Aires, “están en una perfecta situación económica y financiera, y tienen planes de obra en marcha muy importantes junto con la Nación”, y que “hemos conectado a muchas de ellas con el mundo directamente a través de sus aeropuertos, y abierto 180 mercados a las economías regionales”.

En un verdadero compilado de meras expresiones de deseos sin conexión con lo que está ocurriendo en el país, Macri habló con FM Radio Pasión 96.5 de la localidad de Buena Esperanza, en San Luis.

Al ser consultado sobre si hay un creciente “rencor y bronca” contra los resultados de su gestión, el presidente dijo que “entiende” a la gente que está “enojada” con él  y “angustiada” porque tiene dificultades para llegar a fin de mes.

Pero, como no podría ser de otra manera, volvió a culpar a la pesada herencia recibida, ya que los argentinos “se chocaron con una realidad”, teniendo en cuenta que “la Argentina venía desde hace muchos años viviendo por encima de sus posibilidades y de golpe nos encontramos que el mundo dejó de darnos créditos para sostener eso, y entonces tuvimos una devaluación grande que fue acompañada por un aumento de la inflación”.

En tanto, aseguró que en medio de la crisis económica los argentinos “entendieron que no se puede vivir de prestado ni gastar más de lo que tenemos. Los intendentes, los gobernadores y los presidentes tienen que gastar menos de lo que pueden por lo que ingresa vía impuestos”.

Mientras, dijo que para desarrollar la gestión e ir por su reelección cuenta con el apoyo de su familia, porque ser presidente es “una tarea muy dura, que exige mucho, de mucha tensión y demanda, de tener que administrar conflictos todo el tiempo”, y agradeció a la gente “por haber puesto el hombro, el esfuerzo que han hecho y están haciendo”.

Ya lanzado abiertamente a la campaña, sostuvo que “todas estas cosas en las que hemos podido avanzar, también en lo económico y a pesar de los golpes, hacen que hoy estemos mejor parados hacia el futuro que en 2015″, y que ahora “estamos en una posición más sólida”, con “mejoras que hemos hecho en lo institucional, en términos de libertades, de las relaciones con el mundo, de enfrentar el narcotráfico y en lo que hemos hecho en infraestructura”.

Casi en el colmo de un discurso más acorde a un líder espiritual que a un jefe de Estado, Macri subrayó que “estoy acá porque no me mueve otra cosa que ayudarlos a crecer, a salir adelante, a reducir la pobreza y a dar oportunidades a la clase media”.

Otra de sus grandes falsedades fue cuando señaló que “nosotros tenemos hoy a nivel nacional los medios públicos más plurales de la democracia”, y “toda la diversidad de opiniones y la presencia de la posición que se quiera”.

Por último, el presidente destacó que “esto es un camino que no es fácil. Y yo entiendo a aquellos que están enojados o angustiados, pero créanme que es el único camino: decirnos la verdad, el dialogo, trabajar en equipo”, y resaltó que “lo que vale, lo que es para toda la vida, no se hace de un día para otro, lleva su tiempo y su esfuerzo y lo estamos haciendo a conciencia de que cuesta”.