La ciudad de Buenos Aires comienza a sucumbir ante la nueva ola de coronavirus. El sector privado del sistema de salud, al que acuden ocho de cada diez porteños, ya no da abasto con la demanda: hay pacientes que se derivan a instituciones del conurbano, otros deben esperar horas en una ambulancia antes de conseguir camas. La situación se repite en empresas de medicina prepaga de primera línea, en obras sociales y en PAMI. En el sector público, aunque el gobierno porteño solamente acusa una ocupación del 44 por ciento en unidades de terapia intensiva, muchos establecimientos están trabajando al borde de la saturación y en otros ya no hay vacantes.

Clínicas privadas como el Sanatorio Güemes, el Sanatorio de los Arcos, la Trinidad de Palermo, el Sanatorio Mitre y el Cemic, al igual que establecimientos públicos como el Hospital Tornú, el Piñero y el Hospital de Clínicas reportaron el viernes una ocupación superior al 90 por ciento, que implica, en los hechos, una saturación del servicio. A ese nivel no hay disponibilidad de camas, sino una gestión 24/7 para ir haciendo lugar a la demanda creciente. El viernes, interrumpieron las intervenciones y tratamientos programados los últimos centros de salud que aún no lo habían hecho. “La situación es mucho más compleja que en el peor momento del año pasado”, coinciden todos los protagonistas consultados.

Urgente: En CABA se saturó el sector privado de salud y ya casi no quedan camas de terapia para prepagas y obras sociales

Sólo las autoridades porteñas relativizan la gravedad de la situación y dicen que la demanda elevada se explica principalmente porque hay muchas personas que están “recuperando una deuda de atención” en tratamientos postergados por la pandemia durante el año pasado. Las estadísticas oficiales insisten con ejercicios de contabilidad creativa que harían sonrojar a Guillermo Moreno para asegurar que más de la mitad de las camas de terapia intensiva están todavía disponibles para hacer frente a los nuevos casos. La suba estratosférica de positivos de los últimos días aún no se vio reflejada en la demanda de atención hospitalaria, por lo que cabe esperar que pronto haya más presión sobre el sistema.

Lo que no está claro es hasta dónde resiste. “A este ritmo de contagios, en cuatro o cinco días el sistema deja de aguantar”, dijo esta semana Claudio Belocopitt, presidente de la Unión Argentina de la Salud, que reúne a las prestadoras de medicina prepaga. Pasaron cinco días y el ritmo de contagios sigue siendo vertiginoso. Varias empresas top del rubro ya no tienen capacidad para dar respuesta a sus pacientes porteños dentro de la Ciudad y los derivan al conurbano. La ocupación de camas UTI está en 93 por ciento, en promedio, según los últimos números de esa cámara. Datos oficiales del GCBA, el 81,3 por ciento de los porteños tiene esa cobertura. Sólo el 18,7 por ciento depende del Hospital Público.

Algunas escenas que se vivieron en los últimos días pueden ayudar a comprender mejor la situación. Hay instituciones, como el Hospital Alemán, que sólo aceptan pacientes Covid que estén asociados a su propia cobertura y rechazan a los que llegan por convenio con otros planes. Otras, como el Sanatorio Mater Dei, les piden a las prepagas y las obras sociales que no envíen a sus asociados con síntomas compatibles con coronavirus a su guardia porque no tienen capacidad para recibirlos. El Sanatorio Güemes, el más grande del país, contaba antes de la pandemia con 60 camas de terapia intensiva. Hoy tienen 110. Están todas ocupadas. Esperan sumar doce más esta semana.

Swiss Medical Group, una de las principales prestadoras, tiene todas sus instituciones con ocupación plena la mayor parte del tiempo. Para hacer frente a la demanda, acordó un alquiler de las instalaciones del Centro Gallego. El contrato se hizo efectivo el sábado pasado por la mañana. Al mediodía ya habían tenido que derivar pacientes 17 pacientes. Hoy, esa institución alberga más de 100 casos de coronavirus. La empresa de Belocopitt, al igual que sus competidoras más importantes, Galeno y OSDE, están utilizando hoteles de la Ciudad de Buenos Aires para internar y monitorear a pacientes leves sin utilizar recursos hospitalarios. Ya son decenas y hay planes para alojar a cientos.

Los números no dejan mucho lugar a la imaginación. Al viernes por la noche, el Sanatorio La Trinidad de Palermo tiene un 95 por ciento de sus camas ocupadas, casi la mitad por Covid. En el Cemic, la ocupación llegó al 100 por ciento. Las 8 camas de terapia intensiva del Sanatorio Dupuytren están ocupadas por pacientes con coronavirus. En el Mitre tampoco quedan camas UTI; en total son 20, de las cuales hay 12 que tienen PCR positivo. “El sistema de Salud tiene un límite y, con el correr de los días, vemos que estamos cada vez más cerca de alcanzarlo”, advierte un comunicado que se dio a conocer este fin de semana con la firma de empresarios de la salud y dirigentes sindicales.

El documento expresa un apoyo a las medidas que adoptó el gobierno nacional, a las que define como “un punto de partida para intentar frenar los casos”. También advierte que “en este escenario de emergencia sanitaria es necesario tomar medidas más drásticas” porque “a este ritmo no hay sistema de salud que aguante”. El texto se consensuó en un encuentro del que participaron los principales jugadores del rubro, desde Belocopitt y Marcelo Kamijo (de OSDE) hasta Oscar Donofrio (de la Obra Social de Camioneros), promovido por el ministro de Salud bonaerense, Daniel Gollán. Uno de los firmantes, consultado para esta nota, fue menos diplomático: “Tengo un cagazo bárbaro de que esto termine en un desastre”.

El gobierno de la ciudad de Buenos Aires insiste con otro libreto. El sitio oficial de estadísticas sostiene todavía que la ocupación de camas de terapia intensiva es del 44 por ciento. Solamente toman en cuenta el sistema público, al que acude menos del 20 por ciento de los porteños. Aún en ese conteo parcial, la suba es preocupante: escaló un 50 por ciento la última semana, antes de que comience a impactar en los hospitales la reciente explosión de casos. A pesar de contar con esos datos, Horacio Rodríguez Larreta firmó esta semana el comunicado opositor oponiéndose a las medidas restrictivas, posición que ratificó como jefe de Gobierno al flexibilizar lo dispuesto por Alberto Fernández.

El día que anunció el desacato al decreto presidencial, el alcalde porteño dijo en su discurso: “Hoy, respecto del inicio de la pandemia, estamos mejor preparados en la Ciudad. Hemos fortalecido el sistema de salud”. La realidad es otra: hoy, de acuerdo a la página oficial de estadísticas del gobierno porteño, el sector público cuenta con 450 camas de cuidados críticos en sus hospitales para atender a pacientes infectados con coronavirus. Según la misma fuente, en julio del año pasado había las mismas 450. Desde entonces, el distrito más rico del país no incorporó a su sector público ni una sola unidad de terapia intensiva. El número, ante la nueva ola de coronavirus, parece insuficiente.

El lunes 29 de marzo, 142 de esas camas estaban ocupadas por pacientes Covid. El parte de ayer informa que ya son 198 en esas condiciones. En algunas instituciones ya ni hay ni una sola vacante. Es el caso del Hospital Piñero y también del Tornú, donde los trabajadores tuvieron que montar una terapia de emergencia para agregar camas, pero aún así están al 100 por ciento de capacidad. El Hospital de Clínicas tenía el viernes por la tarde solamente cuatro unidades de terapia intensiva disponibles. En otros centros de salud, como el Muñiz y el Durand, hay lugar pero faltan profesionales para atender a más personas. También es recurrente en todos ellos la escasez de insumos.

El horizonte es poco alentador: todavía hay muchas camas ocupadas por pacientes con otras patologías. A diferencia del año pasado, cuando el encierro fuerte difirió tratamientos, redujo el número de accidentes y minimizó la circulación de otras enfermedades, hoy una proporción importante del sistema de salud está demandado por necesidades diversas. Cuando a la suba de casos de los últimos días le siga pronto otra, en similar proporción, de personas que necesiten atención crítica, se montarán sobre un mecanismo que ya muestra señales de agotadamiento. Todas las fuentes consultadas para esta nota, excepto las autoridades porteñas, creen que el sistema no tiene la capacidad de absorber el shock.

Fuente: El Destape