El 29 de mayo pasado, entrevistado con escasa agudeza en una cena televisada desde un canal porteño, el último ex presidente de la Nación afirmó tener como rasgo “genético” el ser nieto de uno de los fundadores del Fronte dell'Uomo Qualunque de la Italia de 1946. Este dato biográfico, más allá de ciertas imprecisiones, no resulta novedoso, aunque sí lo es su nítida convicción de considerarse a sí mismo un biológico heredero de ese linaje político.

Es sabido que el Fronte…tuvo su origen en una publicación satírica iniciada en el año 1944, la cual comunicaba, con un lenguaje llano, ideas que reflejaban el malestar social de las clases medias. Su impulsor fue Guglielmo Giannini, un napolitano vinculado al cine y al teatro quien, como moderado fascista arrepentido, pero profundamente antibolchevique, decidió elaborar su propia teoría política orientada a la acción. La misma se basaba en concebir un antagonismo entre políticos manipuladores y mayorías populares honestas, trabajadoras y pacíficas obligadas a sufrir vejámenes por parte de los primeros. Desde su desprecio por la política Giannini usó el término qualunquismo para referirse a ese cansancio moral de una sociedad devastada por la guerra. Más que por una reparación, como la proveniente del antifascismo, del cual descreía y al cual aborrecía, Giannini abogaba por un gobierno de administradores y no de políticos que representara a la mayoría silenciosa de italianos que sufrieron la opresión de Mussolini. El qualunquismo se cifraba en lo inmediato, en la mera utilidad de las acciones y de las cosas, en esa uniforme chatura que en el habla coloquial rioplatense se asocia al adjetivo “cualunque”. Los qualunquistas nada habían inventado políticamente, pero al haber astutamente captado la frustración italiana, se consideraban a sí mismos como las voces más autorizadas para denostar a la política.

En efecto, el qualunquismo resuena con los contenidos del imaginario geográfico del ex presidente cuando menciona el desasosiego de la “gente humilde” en los barrios y territorios más desfavorecidos de Argentina, o al abundar sobre el hartazgo de la clase media urbana agobiada por diversos flagelos socio territoriales como la delincuencia. A los hombres y mujeres comunes no se les puede pedir que, además del sufrimiento que atraviesan, deban poder pensar con claridad sobre cómo salir de su aplastante situación, aunque sí es posible contribuir a advertir que, con la perspectiva qualunquista heredada de Giannini por la vía del abuelo, poco se avanzará en un inteligente análisis crítico del balance de aciertos y errores en la acción y comunicación de las políticas del actual gobierno nacional, en especial de aquellas vinculadas a la gestión territorial de la cuarentena. De este modo, tampoco entenderá y, en consecuencia, aborrecerá cualquier política pública compleja, aparentemente inútil, como las territoriales, que pueden atentar contra la lógica del mercado: en el imaginario de esta mente qualunquista es posible enunciar zonas del territorio patagónico extra andino (como las mencionadas en la cena) reduciéndolas a meros parques eólicos, más allá del efectivo lugar común referido al turismo en Puerto Pirámides.

En suma, podemos aceptar a estos imaginarios geográficos “cualunques”, políticamente incultos, en alguien que ha tenido la mala fortuna de sufrir una enseñanza deficiente de la Geografía en la escuela, pero no en un ex presidente con enormidad de recursos a su disposición, quien, además, nos comunica su vocación política de querer continuar incidiendo en el quehacer institucional.

Fuente: Pagina/12