Juan Manuel y Nito Artaza dialogaron con El Destape Web y se explayaron sobre su relación de padre e hijo, sus presentes en lo profesional, la política y la fama. El joven es parte de la obra teatral Parediolia en El Portón de Sánchez y su padre protagoniza la revista Cobra K en el Teatro Premier.

Pareidolia tiene funciones todos los domingos a las 20 y cuenta con un elenco conformado por Juan Manuel Artaza, Juan Cottet, Violeta Postolski, Heidi Fauth y Claudio Amato, con la dirección y dramaturgia de Javier Naudeau. Por otro lado, Cobra K se puede ver los jueves, viernes y sábados a las 21 y domingos a las 20, con estrellas como Nito Artaza, Vicky Xipolitakis, Gladys Florimonte, Marcelo Toscano, Adriana Chaumont y Guillermo Fernández.

¿Cómo estás viviendo tu rol en Pareidolia?
 

Juan Manuel: Comenzamos a finales del año pasado a ensayar, fue un proceso larguísimo de un año y un par de meses, todos los días de lunes a viernes. Mi personaje está todo el tiempo arriba del escenario; me tocó ensayar mucho y es realmente un proyecto al cual le puse el corazón, el tiempo, todo.

Mi personaje es Willy, un chico de unos 20 años que llega a la casa de su amigo con una propuesta un poco extraña y peligrosa. Y a la vez tiene un tema extraño con la hermana de su amigo, menor de edad. Y bueno, componer el personaje tiene que ver con esto de parecer más joven, de realmente hacer de un chico de 20 años teniendo 34. Es un desafío por una cuestión actoral postural y un poco de volver hacia atrás en el tiempo, de jugar a ser niño. Porque es eso, un chico de 20 años no deja de ser niño en algunas cuestiones, ¿no?

Claro. Recurrías a tus recuerdos de los 20 años.

J. M: Exacto, de los 20 y de los 16 también. Siempre tenés que desarmarte un poquitito para armar.
 

Nito, ¿qué te pareció Pareidolia?

Nito: Pareidolia me sorprendió, me deslumbró. No solo el trabajo de Juan Manuel, sino de todos. Tiene una muy buena dirección y buenas actuaciones. Sobre todo por el mensaje que deja, es una obra para observarla, mirarla, entretenerse y después comentarla. Siempre Juanma a mí me sorprende porque él puede hacer cualquier cosa. Sale de ahí y después se va a cantar, baila, puede hacer comedia musical como hizo con nosotros en La Jaula de las Locas, pero lo hace porque se capacita para eso. Él estudió todo con los mejores, es un chico que realmente salió mejor que el padre porque me supera en la capacitación. Y sabe lo que quiere, apunta a un tipo de carrera y siempre siento mucho orgullo de él cuando está arriba del escenario.

Es una obra que trata la desconexión familiar con las pantallas de por medio, toca en algún punto al aborto, tiene una carga social bastante importante, ¿no?

J.M: Claro. Yo creo que trata un poco de los sueños, de lo difíciles y condicionantes que son a veces. Justamente es Pareidolia, la forma de los sueños. Solemos decir que es una comedia de desilusiones, de cómo esos sueños también generan desilusiones. Este chico tiene un sueño de una familia, pero también de una madre que está lejos. De repente todo lo va modificando, sin importar nada él quiere ir por sus sueños. Creo que vamos por ese lado, por eso también esto de la forma de los sueños.

Cuando él era chico, ¿vos ya le veías una faceta artística? ¿Te gustaba la idea de que forme parte del mundo del arte o no mucho?

N: Yo tengo la vieja escuela y a mis tres hijos les dije: “Tráiganme el título”. Él estudió Relaciones Públicas y se recibió. También es un orgullo porque fue el primero que se recibió como profesional, después Sabrina de periodista y ahora Leandro de Economía.

J.M: Es una buena pregunta que yo nunca te hice, si viste una faceta artística de chico.
 

N: La verdad, no. No veía una faceta artística cuando eras chico. Sí te veía muy despierto; era muy inquieto, de esos sagitarianos muy aventureros. Cualquier cosa podría haber sido, actor, cura, militar, alquimista, proctólogo, buzo (risas). No le veía esa faceta pero todo surgió de una conversación que él tuvo con la hermana y ella le dijo: “Bueno, si a vos te gusta, andá por ahí”. Pero yo le dije, primero el título de Relaciones Públicas (risas). Estoy contento porque es muy versátil. Habla inglés, francés, castellano; lo vi llevando un tour de turistas en Barcelona y yo sentí mucho orgullo de que se pudiera ganar su vida en el exterior. Eso era una actuación para él, la gente del tour era su público. 

Un día le dije “mirá, hay una obra de Camilo Sáenz que se llama Quién, yo? ¿Por qué no producís esta obra?”. La hizo y no sabés la cantidad de gente que metía en Mar del Plata con Ale Fidalme y Fabián Fiori. Me fui a verla y me sorprendió lo que podía hacer reír. También me gusta verlo como director, es un poco hinchapelotas. Yo lo tuve de actor en La Jaula y quería dirigir todo él. Se exige a sí mismo y nos exige a todos.
 

¿Cómo se llevaron trabajando juntos?

N: Muy bien. Yo me pongo feliz. Pero, es un hinchapelotas: “Papá, tenés que cambiar esto, mejorar aquello”. Imaginate que con mi show de ahora en el Premier entro siempre con El Matador de Cacho Castaña y ahora me lo hizo cambiar por una de Bruno Mars.

J.M: Uptown Funk, otra onda. Yo le dije: “Papá, entrá con L-Gante, entrá con Trueno”. Él me dice que quiénes los conocen y sí, los conocen (risas). A Cacho lo queremos obvio, pero ya pasó.

En este sentido, Nito, ¿cómo te llevás con lo nuevo, los cambios en la industria, en la manera de trabajar?

N: Yo trato de adaptarme a mi estilo y busco tener un sector del público. Uno busca su nicho. Además ya estoy rumbo al nicho, dentro de unos años voy a tener nicho propio (risas). Yo trato de adaptarme pero siempre hay un público nuevo. Hay uno que te sigue y uno nuevo que hay que captar. Pero en general me adapto, la tecnología me cuesta mucho y sin embargo no la niego.

Aparte, para lo que hacen ustedes es importante.

J.M: Sí, pasa que también hubo una época en la que no existía. Yo, con 34 años, viví la transición de todo eso y aún así me cuesta. Imaginate a él, que vivió toda su vida sin esto y ahora de repente aparece.

¿Cómo es su relación padre e hijo? ¿Cómo ha sido a lo largo del tiempo, cuando Juan Manuel era chico, y cómo cambió?

J.M: Siempre fue excelente. Discutimos muchas cosas a veces, pero porque nos gusta a los dos discutir. Hace poco le dije “pa, mirá, yo voy a venir a tu casa y no voy a hablar más de política ni de trabajo”. Quiero llegar, abrir una birra, hablar de boxeo, de historia, de fútbol, pero quiero ir y pasarla bien.
 

N: Nah, pero nos llevamos muy bien. Yo soy feliz, le digo todo el tiempo: “Vení a tomar una cerveza a casa, te busco, vamos a jugar al fútbol”.

J.M: Es sobreprotector. Yo ya tengo 34 años..

N: ¿34?

J.M: 34. 

N: Modelo 87.

J.M: Sí. Y tengo a veces audios que dicen “Juan, apagá el gas, abrí una ventana, lavate los dientes".

¿Hace cuánto que te fuiste de la casa?

J.M: En realidad nunca viví con él, solo los primeros seis meses. Yo me crié en Trelew, pero hemos tenido episodios de convivencia breves, en veranos y ciertas situaciones.

Claro, fue un poco a distancia la relación en un momento.

J.M: Cuando yo era chico sí. Pero bueno eran los 90, los pasajes salían dos mangos, viajábamos bastante ida y vuelta. 

N: Enero era siempre Mar del Plata o a veces Carlos Paz. En las vacaciones de invierno lo mismo. Y después, dos veces por mes se venían siempre para Buenos Aires o iba yo para allá en cada acontecimiento que podía.
 

Nito, ¿cómo viviste el estreno de Cobra K?

N: Muy bien. Es un espectáculo que a mí me sorprendió. Me habían hablado primero para dirigirlo, pero al tener algunas divergencias con Adriana Chaumont, una de las chicas que produce y también está arriba del escenario, le dije que si ella lo tenía claro prefería que lo dirija ella. Y bueno, la verdad es que Vicky Xipolitakis está muy bien en el escenario, una novedad. Es muy simpática, hace un sketch conmigo. Melody Toscano y Adriana Chaumont también tienen buenos cuadros. Gladys Florimonte le aporta todo el humor, la gracia y Guillermo Fernández es todo un profesional. Tengo que destacar, a esto sí lo elegí yo, a los bailarines y bailarinas. 

Está bueno porque hay un público que está volviendo a la revista. Es muy difícil dar un show cuando hoy tenés redes sociales, televisión, series. Mucha competencia. Él (Juan Manuel) me decía que me convenía inclinarme por una comedia. Estamos pensando de hecho producir una comedia musical muy grande dentro de poco, hemos comprado los derechos con Cecilia (Milone).
 

¿Se puede saber cuál?

N: Emm, todavía no. (Risas) Pero a mí me divierte mucho, todavía hay un público que viene a ver shows de revista. Me costó porque yo soy un absolutista cuando dirijo y produzco y estoy acostumbrado a tomar todas las decisiones; cuando no lo hago me cuesta. Por ejemplo, tuvimos un problema con Ingrid Gruke que, de haberlo llevado yo adelante, no lo hubieran tenido, seguro. Tengo una relación excelente con ella y no hubiera dejado avanzar ciertas cosas que hicieron que se vaya, por un lado tenía razón. Pero también, bueno, está esto de dejar a dos días del estreno.

El estreno se pospuso, ¿no?

N: Sí, pero no por eso. Se pospuso porque yo consideré que faltaba un poco más de ensayo.

Una de las pocas que también sigue con el género revista es Carmen Barbieri. ¿Qué te parece ella como directora?

N: Carmen es la que sabe del género; es tercera generación de artistas. Yo trabajé con su padre, Alfredo Barbieri, él la producía a ella. Trabajamos en el Tabaris con ella, que era muy jovencita, y ahí conocí a la madre de Juan Manuel que era bailarina. Y a Carmen por supuesto que la respeto, sabe mucho. Sin embargo, nunca hicimos una revista juntos salvo esa vez, Los años locos del Tabaris se llamaba.

Juan, ¿cómo has vivido el hecho de que algunas cuestiones familiares se tornaran públicas?

J.M: En los momentos más públicos de mi viejo o de la familia, yo era muy chico y no estaba metido en lo artístico; estudiaba Relaciones Públicas y me recibí. Todavía creía que quería ser productor; no actor. Mi viejo siempre quiso que nosotros seamos, no sé, abogado, contador, me mandó a la universidad y estudié esa carrera. Después vino lo actoral. Hoy las cosas mediáticas me pegan de otra forma porque ya estoy acostumbrado. Mi viejo antes por ahí estaba todo el tiempo en los medios y hoy es más esporádico. Además hoy con las redes sociales y eso todo es mucho más cruel, muchas veces ahoga eso. 

Por ahí lo que más afectó en su momento fue la faceta política de mi viejo. Yo era el hijo al que todos iban a ver al teatro para reírse y que todo el mundo lo quería y de repente se hizo político y mucha gente ya lo odiaba.

Yendo a tu faceta como político, ¿cómo ves el panorama actual en ese sentido?

N: En todos los países del mundo después de la pandemia se vivió una baja del producto bruto. Obviamente que al estar detenido un país va a ser dificultoso, sobre todo para este gobierno que empezó en el medio de la pandemia. También cometió sus errores, como todos. Pero la Argentina tiene que dejar de ser bipolar en esa pelea de que uno gobierna, llega el otro y tira todo abajo para empezar de nuevo. Hay que buscar pactos, acuerdos. Nosotros podemos elegir el poder formal que es votar, pero después está el poder real que es el que financia esas campañas: las grandes corporaciones económicas y financieras del mundo. Ellos ponen los candidatos. Eso es muy difícil que lo entienda la gente. Uno dice: “¿Por qué se llevan el litio, la minería, por qué hacen las exportaciones por el Río Paraná y no las hacen valor agregado?”. Y no, porque a la Argentina le destinaron eso.

El argentino individualmente no es inferior a nadie; colectivamente sí. Es más fuerte que nosotros, nos vamos a terminar peleando entre todos hasta que suceda algo grande. Ya pasó con los unitarios y federales, radicales y peronistas, Boca y River. Voy a dar un ejemplo: si dos hinchadas no pueden estar juntas en un estadio, eso es un fracaso. Argentina tiene que buscar un pacto de hermandad, de identidad. Ahora, si vos decís esto en un medio nadie te da pelota, en cambio, si decís “la puta que te parió, no sé qué” ahí te escuchan. Bueno, un poco lo que hizo Milei con su partido.
 

Sí, el escándalo rinde más que un discurso sensato.

N: Sí, lo mismo con los artistas. Y, volviendo a Juan, me gusta que él hace lo que le gusta. Famoso puede ser cualquiera, pero hacer lo que te gusta es lo mejor.

En ese sentido, a vos no te interesa la fama, ¿no?

J.M: No sé si es que no me interese, porque a veces es una consecuencia del bien obrar de un actor. A mí lo que me interesa es ser el mejor actor que yo pueda ser. Hacer proyectos, cine y teatro que me gusta y que me muestre como el actor que quiero mostrar que soy. Desde chico que tengo la opción de hacerme famoso hablando de cualquier novia que pueda tener mi viejo, ¡tengo la opción al lado! Salgo mañana puteándolo a mi viejo en un medio y ya está. También la opción de decirle a mi viejo “hablá con este o con el otro”. Una sola vez cuando fui a un boliche al que no me dejaban pasar y un amigo que trabajaba ahí me dijo que diga quién era mi papá, que así me iban a dejar pasar. Le dije que no me gustaba la idea, pero me insistió. “Hola, qué tal, sí, yo soy el hijo de Nito Artaza”. “Ah, y yo soy el hijo de Norma”, me respondió. Fue la única vez en mi vida que intenté hacer algo como “el hijo de”.

Muchos hijos de famosos podrán decir que hay productores o directores que te atienden por ser hijo de tal pero la verdad es que yo ni siquiera lo intenté. Igual a veces por ahí me relacionan mucho con la revista, con el género que él hace y me llaman para hacer castings para cosas que van por ese lado; pero son batallas que tengo que dar yo con el tiempo y con mi trabajo, mostrándome haciendo cosas como hago en Pareidolia. Cosas que tienen que ver con el teatro independiente, que me gusta mucho. Un teatro más sensible, donde puedo demostrar el actor que soy en el drama, la comedia. Puedo mostrar varios perfiles en Pareidolia.

¿Cómo ves a la industria teatral actual? Sobre todo a la del circuito independiente, que es donde estás trabajando.

J.M: Javier Daulte dice mucho que el circuito independiente es como un parque temático del teatro. Buenos Aires debería ser la capital internacional del teatro independiente. Siempre vamos a tener grandes actores, directores y dramaturgos; así como hermosos teatros y hermosas salas. Cuando viví en Barcelona lo que más extrañaba era eso. Uno dice: “Barcelona, un lugar re cultural”. Sí, pero en teatro más o menos. Es súper cosmopolita y todo lo que quieras, pero para el que le gusta salir a caminar, meterse en un teatro chiquito y ver a los actores actuar cosas hermosas al lado tuyo, Buenos Aires es ideal. La verdad es que lo veo brillando, como siempre. Está muy bueno tener esa industria y hoy desde lo comercial se está buscando mucho actor del circuito independiente; eso es súper positivo. Me gustaría que haya más inversión privada, creo que le haría muy bien a la industria pero es muy difícil. Hay que corregir muchísimas cosas, de eso puedo estar hablando mucho tiempo y meterme en cosas muy específicas.
 

A grandes rasgos, ¿qué corregirías?

J.M: Cuando mi viejo hacía teatro hace muchos años, vos veías cochecitos en los pasillos, grupos de personas muy grandes que venían de comer e iban a ver la obra de teatro de mi viejo, familias enteras. Creo que el teatro tiene que volver a ser popular en ese sentido y para eso todos tienen que cooperar. Hace años, la sala de teatro le cobraba a mi viejo un porcentaje del neto bastante menor. Hoy cobran un porcentaje gigante del bruto, por lo que el teatro se volvió un negocio inmobiliario. El productor, para poder sacar dinero, tiene que cobrar la entrada más cara o dejar de contratar gente. Yo soy de los que creen que hay que rever ciertas cosas de la Ley del actor, por esto me pueden llegar a putear, pero ¿cómo hacés para crear un elenco de 30, 20 personas arriba de un escenario? Es muy difícil. O tenés que pagarle una millonada a ciertas personas para tener los derechos de una obra y esas son cosas que encarecen la entrada. Creo que también hay que volver a acercar al público al teatro. Hoy por hoy la gente prefiere gastar la plata en dos birras ante que en ir al teatro; algo estamos haciendo mal.

Volviendo un poco a la política, Nito, habiendo sido legislador, ¿cómo ves a esta movida que pide que se bajen los sueldos y la cantidad de asesores?

N: Si vos sos legislador y yo vengo y te digo: “Quiero poner una gran empresa minera en el país", te pago cuatro veces tu sueldo y votás para mi lado. Eso se llama plutocracia, el gobierno puesto por las grandes corporaciones. Creo que los legisladores deben ser pocos, cuidar los gastos, pero cobrar bien, porque si no los dominan para donde quieren. Eso es una campaña constante que se hace desde ciertos sectores para atacar la política, como está pasando ahora. Siempre ha sucedido en Argentina pero eso tiene que ver con que la política no ha resuelto cuestiones centrales para los jóvenes. Entonces hay una antipolítica. Si vos ves el presupuesto del Congreso de la Nación es así de chiquitito, sí, tiene 3 mil empleados una cosa así. Algo ínfimo para lo que significa el Congreso. Creo que lo que los legisladores podrían hacer es bajarse un poco el sueldo, pero que no deje de ser bueno, porque si no los dominan como quieren. Lamentablemente, es así. Deberían tener su convicción. 

Por ejemplo, el acuerdo con el FMI no es bueno, nunca fue bueno. Lo tuvieron que firmar a la fuerza porque son las grandes corporaciones financieras del mundo que tienen la plata invertida ahí, el otro gobierno se equivocó, le dieron de más, pero son los poderes del mundo. Ahora va a venir ajuste más ajuste; hay un tipo del FMI sentado en el Banco Central viendo qué hace la economía argentina. El país tiene que tener un proyecto nacional. Creo que se puede reducir la legislatura, los costos, pero es ínfimo, es jueguito para la tribuna. Pagarle con intereses al FMI es el gasto más enorme que tiene la Argentina, por eso estamos ajustando. Y es injusto que no nos hayan dado 10 o 15 años para pagarlo. Igual creo que Argentina va a acertar un día, pero vamos a vivir esta experiencia de políticas expansivas como las de ahora a otras liberales, de cuidar los gastos. Ahora viene eso. 

Los que proponen bajar los gastos, los liberalotes que aparecen, fueron todos funcionarios de los gobiernos militares. Es decir, si no hay política, hay dictadura. Los jóvenes antes militaban por combatir la desigualdad y ahora militan en favor de los que pregonan por la desigualdad. A la gente que necesita hay que ayudarla, no digo que sean todos planes, pero hay que ayudarla porque no llega. Políticas inclusivas hay en todos los lugares del mundo, sobre todo en medio de una pandemia. 

J.M: Sabido es que yo no pienso como él en muchas cosas pero a él no le gusta hablar de él y quiero decir algo. Mi viejo presentó no se cuántos proyectos presentó como senador.

N: 299.

J.M: Si vos vas a ver cuántos presentaron los legisladores correntinos desde que él terminó su mandato hasta hoy no sé cuántos encontrás.

N: Algunos son ley: el adelanto de aguinaldo para los trabajadores y las cuentas a sueldo.

J.M: Para mí los diarios provinciales tienen que publicar en su última página los proyectos de ley que hacen los legisladores. También me enorgullece que mi viejo sea un tipo que sostiene su manera de pensar, aunque a veces no sea la misma que la mía. A pesar de que la gente de su partido cambie en ciertas cuestiones, él sigue por donde cree que las cosas deben ir. Él es radical y se mantiene fiel a sus ideales. El tipo cuando estuvo laburando ahí, laburó muy bien como senador. Lo que sí, yo no soy muy amigo de la política. Cuando mi viejo se metió fue un poco chocante para toda la familia, sobre todo por ver que él se esfuerza tanto y pone tanta energía, vida, dinero, todo. Para él es un legado familiar, que yo no voy a continuar (risas).

N: ¿Viste que discuto pero me defiende? (Risas). En fin, no hay que ir a la antipolítica.


Fuente: El Destape