Durante casi seis años, entre 2007 y 2013, fue junto a Mauro Martín el amo y señor de la Bombonera. Así como hubo dúos famosos en la televisión del tipo Olmedo y Porcel, en el mundo barra siempre se los tuvo como Músculo y Cerebro: el primero pertenecía a Martín, el segundo a Maximiliano Mazzaro, quién hoy, siete años después de caer preso y perder el poder en el paravalanchas más famoso de la Argentina, dice que está retirado y que su nueva profesión es tornero.

No es lo que piensa Rafael Di Zeo y su gente, que hoy domina la popular y lo ven como un posible rival que intenta aglutinar a la facción disidente para dar batalla por el control de La Doce, la más grande barra de Latinoamérica. Por eso, en el reinicio de la Superliga fueron a buscarlo y de no ser por la intervención policial, algo trágico podría haber sucedido.

“Yo estoy acá trabajando y los domingos voy a ver a Boca. La pelee un montón con mi abogado porque pasé toda una vida yendo a ver a Boca y después de que caí preso el Estado me lo prohibió. Fue como un luto para mí, hasta me deportaron de España cuando quise ver la final de la Copa. Pero ya está: gané porque la Justicia me sobreseyó y no había motivo para que me sigan poniendo el derecho de admisión. Por eso volví a ver a Boca y eso me hace feliz".

— ¿A vos cuánta plata te bajaban cuando liderabas La Doce?

— Eso queda guardado.

— Ok, ¿pero cuánto se recauda globalmente en Boca por hacer negocios? Entradas, viajes, trapitos, ropa…

— Eso no te lo voy a decir. Lo qué sí te voy a decir es que depende de la viveza para hacer negocios.

— ¡Pero ningún negocio es legal!

— Estaría buenísmo que lo fueran. Pero se ve qué no se puede.

— Pero siendo jefe de la barra de Boca te debés hacer millonario.

— Yo no. Acá me ves laburando.

— ¿Vos decís que liderar la barra de Boca no te deja guita grande? El juez De Campos cuando los investigó hablaba de cientos de miles de dólares por mes.

— De Campos hizo todo mal, dejá. Además, yo no me convertí en millonario. De otros no hablo. Mirá, cuando yo estaba, el taller de La Salada que hacía la ropa no tenía que ver con nosotros, y la calle es la calle, como en cualquier lado. ¿Los trapitos? Yo preferí no manejarlos porque sé que traía problemas, pero sólo hablo por mí. De los otros no sé, pero el tema de los trapitos siempre trae quilombos en la calle y para qué te lo vas a comprar si el mundo Boca es amplio, se pueden hacer otros negocios y no ése que arma lío.

— ¿Con quién arma lío, con la policía porque es también negocio de ellos?

— No sé porque yo no los hice. Andá y preguntále a los que están ahora.

— ¿A quién, a Rafa? Porque para la gente él es el prototipo de La Doce.

— Rafa es puro marketing, cuenta historias que no son de él, miente todo el tiempo. Si él no quiere a Boca. Prefiere un beneficio personal a que Boca salga campeón. Toda la vida fue así. El quiere ser actor, quiere ser famoso, se cree más que Boca. Según él, si no existe la barra, Boca no juega más. Es una locura pensar eso. Yo amo a la hinchada de Boca pero el equipo seguiría jugando aunque no esté. Puede desaparecer toda La Doce que Boca va a seguir existiendo y ganando campeonatos, como pasa en Europa y en muchas partes del mundo. Y yo, a diferencia de otros, siempre quiero que Boca salga campeón.

— Porque trae asociado un montón de negocios...

— Por muchas cosas y también la alegría. ¡¿Qué, no sirve la alegría?! Yo me muero por que Boca gane.

— Cuándo decís que el mundo Boca es muy amplio…

-Mirá, ser jefe de La Doce te da muchos contactos para tener conocidos en todos lados. Porque el mundo Boca es grande. Es más de la mitad del país. Te da contactos con políticos, empresarios, es muy amplio. Encerrá todo ahí porque es amplio.

— Por eso trabajan para los políticos.

— Yo no. Sí están los que van a los actos, los que están con la política. Yo no. Y acá en mi casa somos todos peronistas.

— Pero si la barra fue alfonsinista, menemista, macrista, peronista, kirchnerista...

— Yo no jugué nunca para Macri, jamás. Y lo de Menem y el resto eran negocios del señor mayor que está ahora en la barra A los dirigentes les gusta tener una barra. Les encanta. A todos, eh. No hay ninguno que quiera combatir a la barra.

Fuente: Perfil