Horacio Rodríguez Larreta avanza con su plan para el 2023. Tras confirmar ante empresarios del círculo rojo que será candidato a Presidente, a más de un año de las elecciones realiza acciones quirúrgicas que le permitan ser el candidato del PRO y que Juntos por el Cambio permanezca unido. De llegar a la Casa Rosada, asegura que buscará acordar con el 70% del sistema para avanzar con una agenda de gestión. En ese grupo, Larreta incluye a la CGT, desde Daer a Moyano, por lo que cuida los aceitados vínculos que cultiva por la gestión porteña con los principales líderes gremiales. Aunque no haya fotos, mantiene reuniones privadas con los secretarios generales de los gremios más grandes a los que les niega que hará una reforma laboral “profunda” aunque les reconoce que buscará “modernizar” el modelo laboral actual.

Cuando en la sede de Uspallata se consulta sobre cómo es el vínculo de Larreta con dirigentes de la CGT es definido como “muy bueno” y basado en el “pragmatismo” del resultado de la gestión. Basta ver las relaciones que cultiva con gremios cuya actividad tiene un peso específico en la Ciudad como son Gastronómicos, Construcción, Camioneros, Sanidad, Estatales de UPCN y Sutecba, Encargados de Edificios, entre otros. Distinta es la situación, reconocen, con gremios con los que hay mayor tensión ya que son más combativos e identificados con el kirchnerismo y la izquierda como ocurre con los docentes (UTE y Ademys), ATE y metrodelegados.

“Horacio se reúne con todos”, aseguran desde su mesa chica en relación a los sindicalistas que tienen representación gremial y a ellos les confía que en Argentina “el problema no son ni los gremios ni las leyes laborales” para que crezcan las inversiones y el empleo. Considera que para mejorar ambas variables es necesario abordar modificaciones en los convenios de trabajo. Se trata de una coincidencia con la Unión Industrial Argentina ya que fue uno de los planteos expuestos en las propuestas para la generación de empleo formal volcadas en el “Libro blanco” que recibió el presidente Alberto Fernández de manos del titular de la entidad, Daniel Funes de Rioja.

Larreta niega que vaya a aplicar una “reforma laboral profunda” al estilo brasileño o chileno. “Lo que les propone es una actualización del modelo laboral que incluya al sindicalismo y no que los erosione”, cuentan a El Destape en Uspallata dejando en claro que, a diferencia de lo que quieren hacer los presidenciables Patricia Bullrich y Javier Milei, Larreta “no pretende llevarse puesto el sistema”. Su equipo confía en que “si el sindicalismo tuviese que elegir hoy un candidato de la oposición lo eligen a Horacio porque lo ven moderado, razonable y con pasado peronista”.

Uno de los que escuchó de boca de Larreta estas definiciones en los últimos días fue el líder de la UOCRA, Gerardo Martínez. Es uno de los gremialistas con quien tiene contacto y buen vínculo de trabajo, como también ocurre con Hugo y Pablo Moyano, Héctor Daer, Carlos Acuña, Andrés Rodríguez, Luis Barrionuevo, Armando Cavallieri, Amadeo Genta, por nombrar a algunos. Es lógico que tengan un vínculo fluido y que por pragmatismo les convenga que sea bueno ya que en la Ciudad los gremios tienen sus sedes centrales, la mayor inversión en Salud y en donde la mayoría de los empleadores también tienen sus casas centrales. Ejemplo del trabajo en conjunto se verá reflejado también este jueves cuando Rodríguez Larreta junto a la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, presenten en un Instituto de Formación Técnico Superior que tiene un convenio con SMATA, liderado por Ricardo Pignanelli, donde se realizan capacitaciones de personas que luego las automotrices incorporan como mano de obra.

Tanto Larreta como los secretarios generales evitan las fotos para no sumar mayor tensión a las fuertes internas que atraviesan las coaliciones. “Políticamente están con Alberto, no es momento de fotos. La CGT es un sostén de este Gobierno, se cuidan y hay una razonabilidad en ellos para evitar exasperar más la interna”, analizan en Uspallata sobre la postura de un sector sindical en medio de la crisis política del Frente de Todos.

El funcionario clave de Larreta en el vínculo con los gremialistas es el subsecretario de Trabajo, Industria y Comercio de la ciudad de Buenos Aires, Ezequiel Jarvis. Esta subsecretaría forma parte del Ministerio de Desarrollo Económico, a cargo del radical José Luis Giusti por el acuerdo político entre Larreta y Lousteau. De él depende el organigrama más amplio y retorcido del gobierno de la Ciudad. La semana pasada, Jarvis firmó con Gerardo Martínez dos convenios para garantizar condiciones laborales decentes y desarrollar capacitaciones para delegados sindicales.

El “trabajo” es uno de los temas que forman parte del plan de Gobierno que Larreta y el resto de Juntos por el Cambio buscan tener preparado por si ganan las elecciones en 2023. Larreta puso a trabajar en él al ex ministro de Economía de Macri Hernán Lacunza, aunque también participan las fundaciones Pensar (PRO), Alem (UCR), Hannah Arendt (CC) y Mediterránea; y la jefa de asesores del gobierno porteño, Julia Pomares.

Si bien las propuestas no están definidas aún y quedarán con un margen de aplicación para que el o la que llegue a la Casa Rosada le dé su impronta final, el espíritu de las iniciativas que aporta Larreta en esta materia es el de fomentar políticas que acompañen al sector privado para la generación de empleo genuino y formal. Larreta manifiesta en los encuentros con sindicalistas que “es necesario un Estado moderno y facilitador para generar más trabajo y fomentar inversiones”. En ese sentido, la Ciudad presentó esta semana un Plan de Empleo Joven con el que asiste a empresas para solventar el pago de sueldos por un año con el objetivo de que 10 mil jóvenes de entre 18 y 24 años accedan a un trabajo. Promover iniciativas de incentivos a las empresas, medidas para agilizar el vínculo entre las personas y el sector privado con el Estado y extrapolar a nivel nacional las recientemente anunciadas prácticas educativas en empresas son algunas de las ideas que buscará implementar si llega al Gobierno. También comparte la inquietud de la UIA de reducir la litigiosidad laboral y de incrementar las capacitaciones laborales.

Más allá del buen vínculo, hay un antecedente que encendió las alarmas entre los representantes de los trabajadores y los llevó a enfrentarse con Larreta cuando propuso eliminar las indemnizaciones y pasar a un esquema de seguros. El cosecretario general de la CGT, Héctor Daer, lo había acusado de buscar “la disponibilidad automática del despido”. Más tajante, Pablo Mayano había advertido que "el movimiento obrero no permitirá que 'Juntos por el Curro' apruebe eso y tampoco la reforma laboral".

Está claro que la foto política de la CGT no es la misma que en 2015 cuando había tres vertientes separadas. Hoy las líneas internas existen, pero en el marco de una unidad y con un Gobierno con el que se identifican. Desde la central obrera no negaron a El Destape los vínculos con Larreta. Las declaraciones confrontativas de Bullrich, la mirada antiEstado de Milei y el fracaso de la gestión de Macri frente a su experiencia de trabajo con la gestión porteña los lleva a que miren a Larreta de otra manera. “Somos sindicalistas y tenemos que sentarnos con todos”, apuntaron. “Hay diálogo, pero no hay acuerdo ni estamos en sintonía”, advirtieron y aclararon para despegarse del presidenciable del PRO que “en la CGT somos peronistas y queremos un gobierno peronista”. Una manera de despegar a la central de la pelea entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner que tiene de fondo las elecciones del año que viene. 

El camino hacia el 2023 todavía es largo y son varios los factores que pueden alterar el mapa político. Pero hay una certeza entre Larreta y los líderes de la CGT y es que si bien por las posiciones que cada uno defiende confrontarán de ser necesario, también son conscientes de hasta donde tensar por las responsabilidades institucionales de cada uno. Allí donde la ideología queda en los votos y el café.

Fuente: El Destape