La restricción externa fue, es y será (al menos por un largo tiempo) el talón de Aquiles de la economía argentina, con lo cual resulta aún extraño que cueste tanto actuar con cierta celeridad y contundencia ante un problema tan conocido. La falta de coordinación en el equipo económico conlleva a que las soluciones implementadas lleguen a destiempo y, por lo tanto, pierdan eficacia. Pese a que se registra un ingreso récord de divisas por parte del sector agroexportador, por el incremento en los precios internacionales de los commodities, el mayor peso de las importaciones (por el mismo fenómeno) y el pago de deudas privadas y públicas dificultan la acumulación de reservas.

Si el panorama no fue lo suficientemente sombrío, se establecieron pautas de subas de reservas con el Fondo Monetario como condición para la refinanciación de la deuda de 44.500 millones de dólares que dejó el macrismo para financiar el último tramo de una fuga histórica de capitales.

Con una importante demanda para el pago de importación de energía, un crecimiento inexplicable y sin sentido de importación de bienes de consumo suntuarios desde China y una canilla aún semiabierta para deudas financieras privadas, la entidad que conduce Miguel Pesce evidencia serios problemas para adquirir dólares en cada rueda de mercado. A lo que se suma la menor liquidación por venta de aceite y harina de soja, donde hay más chances de retener sin que pierda calidad el producto y es el mayor rubro agroexportable de la Argentina.
 

Desde el Central aseguran que, sin las medidas implementadas para el sector privado, al que se "invitó" a reestructurar el 60 por ciento de su deuda en dólares y se dio acceso al mercado cambiario por el 40 por ciento restante, la pérdida de reservas podría haber sido más de 15.000 millones de dólares mayor a la actual. También entran en discusión otros entes gubernamentales, donde el abordaje debe incluir un mejor manejo y control de los aranceles y las licencias a la importación, los subsidios a la producción, el control del tipo de cambio y las tasas de interés subsidiadas para estimular la sustitución de las compras externas.

Dólares que se van y no vuelven

De acuerdo con estimaciones de consultoras privadas, desde 2019 a la fecha se autorizaron repagos de préstamos en dólares en más de 20.000 millones, siendo, al menos hasta septiembre del 2020, casi la mitad entre firmas del mismo grupo empresario. De acuerdo a un relevamiento al que accedió este medio, en 2019 los préstamos financieros del sector público registraron una salida neta de 7221 millones de dólares; en 2020 esa diferencia se amplió a 7258 millones y recién en 2021 se redujo levemente tras las medidas tomadas en septiembre a 4998 millones. En lo que va del año, ese balance es negativo en 2149 millones de dólares, con ingresos por apenas 703 millones y egresos por 2851 millones.

La cancelación de deuda externa del sector privado del período 2020-2022 es fundamentalmente la contracara del ciclo de endeudamiento en moneda extranjera abierto en los últimos años de la década pasada. "Entre finales de 2015 y 2019 las empresas incrementaron su endeudamiento financiero externo en más de 20.000 millones de dólares, hasta alcanzar un volumen global de 45.045 millones, acompañando el esquema de políticas de desregulación y elevados tipos de interés domésticos", señalaron a este medio desde la autoridad monetaria. La cifra coincide con el acumulado de egreso neto de divisas por servicios de deuda que estiman los privados.

Pero la situación es todavía más preocupante si, como aseguran analistas consultados, ya antes de la "reestructuración" de septiembre habían logrado repagar anticipadamente sus obligaciones en el exterior con otras empresas o firmas del mismo grupo. Incluso, algunos deslizan que existen empresas que utilizar sellos de goma para canalizar supuestas deudas con terceros. Los cierto es que, mientras la salida de dólares por deuda comerciales se redujo respecto a las ventas concretas realizadas, las financieras (más difíciles de controlar) se contrajeron.

Desde septiembre del 2020 las empresas no pueden anticipar el pago de vencimientos con una antelación mayor a los tres días hábiles, salgo que refinancien al menos el 70 por ciento de sus pasivos. 

La deuda del sector privado totaliza 76.206 millones de dólares a valores de fin del año pasado, registrando una caída trimestral de 2629 millones. "Con respecto al cierre del mismo trimestre del año anterior, la deuda externa mostró una caída de 1480 millones de dólares, explicada por la reducción de la deuda externa financiera en 2609 millones, principalmente por cancelaciones de préstamos financieros, ya que la deuda comercial mostró una suba de 1129 millones", señala. Del total de la deuda, 31.674 millones (el 41 por ciento) es entre empresas del mismo grupo.

Según cifras del Central, de un total de obligaciones exigibles desde 2020 por 32.000 millones de dólares, que comprende toda la deuda con relacionadas por 12.800 millones, que no se pagó a través del mercado de cambios, y la deuda exigible con no relacionadas por 19.200 millones, tanto cancelada como refinanciada, se pagaron 5367 millones, 17 por ciento del total.

Aumento de las importaciones

En septiembre del 2020 (previo a las nuevas regulaciones) los pagos de importaciones de bienes a través del mercado de cambios totalizaron 4423 millones de dólares. Este total representó el máximo nivel de pagos del 2020 y se ubicó, por tercer mes consecutivo, por encima de las importaciones de bienes en valor FOB para el mes, que se estiman en aproximadamente 4000 millones. "Lo señalado implicaría en el agregado que continúa el desendeudamiento externo de las empresas y/o el aumento de sus acreencias con sus proveedores del exterior", argumentaba el Central las nuevas medidas.

En abril de este año, más de un año después, los pagos de importaciones ascienden a 5990 millones de dólares, mostrando un aumento de 25 por ciento frente a los pagos del mismo mes del año previo. Esta vez el valor se ubicó por debajo de las importaciones de bienes FOB del mes (es decir, hay importaciones que todavía no se pagaron o se abonaron con los dólares obtenidos por adelantar declaraciones juradas), las cuales alcanzaron 6400 millones. Esto se contabiliza como un incremento en el stock de endeudamiento comercial o una reducción de los activos externos por importaciones, equivalente a 400 millones de dólares.

Esto también complica al acceso a las pequeñas empresas, que no pueden acceder a los dólares, pese a que las compras por menos de 2 millones de dólares no tienen restricciones. De hecho, ese mínimo está siendo utilizado para importaciones de bienes suntuarios (ni de capital, ni intermedios ni de primera necesidad) como juguetes o luces led provenientes de China.

En este caso lo que se requiere es una revisión de las licencias automáticas y no automáticas para la importación, que dependen de distintas áreas.

Las licencias automáticas se aprueban en un lapso no mayor a las 72 horas luego de un proceso de control del BCRA sobre la base estadística de volúmenes preestablecidos; es decir, si el año pasado un sector importaba cierta cantidad, se aprueba ese mismo monto más un margen que considere suficiente. Las licencias no automáticas pueden demorar hasta 60 días o no ser aprobadas y dependen del Ministerio de Desarrollo Productivo, que dejó Matías Kulfas y fue reemplazado por Daniel Scioli.

Aquí se puede analizar con mayor precisión la necesidad de una compra en el exterior y priorizar las divisas para insumos y bienes de capital.

Las exportaciones en potencial

En el primer cuatrimestre el sector cerealero y oleaginoso liquidó 12.010 millones de dólares, mientras que el saldo del privado comercial (exceptuando el agro) fue negativo en 8833 millones. Las personas humanas compraron 2023 millones de dólares y el pago a inversores institucionales insumió otros 844 millones.

También se registra una menor liquidación por venta de aceite y harina de soja, donde hay más chances de retener sin que pierda calidad el producto y es el mayor rubro agroexportable, pese a los precios históricos para la oleaginosa. Sobre este punto parece poco lo que se puede hacer, ya que se lo toma como "ahorro" (o reserva de valor, como les gusta llamar a esta retención de ventas) en el sector.

El marco cambiario para el sector redujo los plazos que puede transcurrir entre la exportación y la liquidación de esa venta en el mercado local, pero nada puede hacer frente a la decisión o no de quedarse con el producto. Los productores tienen permitido (incluso por cuestiones sanitarias) mantener en silo-bolsas hasta un año el grano, en el caso de la soja. En aceites y harinas no hay plazos. Si bien la liquidación hasta el 31 de mayo superó los 15.000 millones de dólares, un récord absoluto derivado de las reapreciación de los granos, análisis privados estiman que existen al menos 2000 millones de dólares sin ingresar.

Esa menor liquidación no explica la sangría, pero esa esa especulación a la espera de mejores precios internacionales o suba del tipo de cambio tampoco colabora en el actual contexto de restricción externa, pese a que la oleaginosa esta semana superó por primera vez su máximo histórico de 2012, por encima de los 650 dólares la tonelada.

Fuente: El Destape