Con la mira en las encuestas, el Gobierno de la Ciudad vio un fuerte apoyo a su rebeldía por las clases presenciales pero la banca porteña empezó a mermar con el correr de los días, los picos de casos y muertes por la segunda ola de coronavirus. Si bien los números internos, dicen, no cayeron demasiado, lo cierto es que se redujeron en medio de una abierta confrontación con el Ejecutivo nacional y los líderes internos de Juntos por el Cambio.

En la calle Uspallata dicen que la aceptación de las clases presenciales pasó del 60% al 54%. Seis puntos menos que, en realidad, son importantes porque la caída está envuelta de conflictos. Hacia adentro, Patricia Bullrich cuestionó a Horacio Rodríguez Larreta por establecer una modalidad mixta en el secundario y la relación no volvió a los cauces normales, quedó tirante. Para la presidenta del PRO, el jefe de Gobierno se ubicó en el medio, abierto a ataques de todos los bandos: del oficialismo por no respetar un Decreto y de la oposición por fallarle a los principios de la alianza.

A casi una semana de la confrontación opositora, ningún bando quiere hablar abiertamente del otro y el estado de los vínculos quedó bajo cuatro llaves pese a que hubo una noche ardua, el viernes pasado, con varios cruces de mensajes en tonos para nada amigables. Más allá de eso, todavía buscan bajarle el tono y no darle mayor trascendencia en un año de elecciones de medio término.

Hacia afuera, Larreta también enfrenta una confrontación directa con el Gobierno nacional. Alberto Fernández, Cristina Kirchner, Axel Kicillof y funcionarios de primera línea se mostraron juntos el miércoles al mediodía en un acto que buscó transmitir la imagen de unidad y oposición a cualquier medida que no busque paliar los efectos de la pandemia, la crisis económica y en contra de la judicialización de las candidaturas.

Lejos del tono calmo que suele caracterizar a Fernández, el mensaje fue directo y cualquiera podría esperar un quiebre en el puente del diálogo oficialismo-oposición. Sin embargo, desde el PRO no consideran eso. Para esa facción, el vínculo se rompió mucho antes, más precisamente en septiembre de 2020. En ese momento, el Presidente definió quitarle un punto de coparticipación a la Ciudad - punto que excedía lo que le corresponde al territorio - para dárselo a la provincia de Buenos Aires.

Una alta fuente del PRO analiza que antes de ese momento reinaba la incertidumbre. El espíritu conciliador de Larreta había generado cortocircuitos y esa puja por la coparticipación terminó de alinearlo dentro de los "duros". Lo cierto es que el jefe de Gobierno, en general, no confrontó:los dos únicos episodios fueron el de septiembre del año pasado y las clases presenciales este año, lo que demandó un esfuerzo grande de otros dirigentes para contener al núcleo duro.

Un episodio no menor tuvo lugar el sábado. Ese día, el presidente Alberto Fernández mostró otro capítulo de la disputa con la Ciudad y firmó contra el proyecto inmobiliario de Punta Carrasco y Costa Salguero, sumándose así a los más de 40 mil ciudadanos que se manifestaron negativamente sobre la iniciativa porteña. Es la primera vez que el mandatario se manifestó sobre el tema y el primero del Gabinete, además de Paola Tamburelli, de la ANAC, que expresó el peligro del emprendimiento de torres.

Respecto a la pandemia y a la pelea directa de Fernández, desde el partido opositor lo definieron como "una de cal y otra de arena". Para el PRO, Alberto dice lo mismo hace 408 días pero, acusan, no cuidó la salud porque hay más de 65 mil fallecidos por coronavirus, más de tres mil contagios diarios en la Ciudad y "no tenemos vacunas".

Además, apuntó la misma fuente, la economía está "destruida, la educación ni hablar y el país sin horizonte". Para el PRO, repetir los modos del 2020 no van a cambiar la realidad, una realidad que sólo se modificará con más testeos y más vacunas, sostienen. Por eso, para ellos no hubo un cambio fuerte en el discurso de Alberto, sólo el endurecimiento del tono. La Ciudad, en tanto, decidió mantener bajo perfil después del fallo de la Corte Suprema hecho a medida.

Fuente: El Destape