La cita en Asunción de los empresarios de la construcción Maurizio Macrì y Horacio Cartes tiene tres vertientes:

La defensa en los procesos judiciales que ambos enfrentan por su rol en el Lava Jato, y que se detallan en esta edición del Cohete. Además a Macrì le inquietan las investigaciones sobre el Correo y los peajes, como le transmitió al Presidente Fernández luego del último codazo el primo inteligente de Macrì y alcalde de Vicente López: Jorge, el hijo de Tonino, cuya relación conflictiva con Franco heredaron sus primogénitos;

Los negocios pendientes, vinculados con el acuerdo que ambos firmaron como Presidentes para saldar las cuentas entre ambos países por la construcción de Yacyretá, que Menem estampó para siempre como monumento a la corrupción. Esto también incluye la construcción de otra represa complementaria, Aña Cuá. El Congreso paraguayo ratificó los acuerdos, pero el argentino es difícil que lo haga. Como la Argentina aportó la cuota que correspondía a Paraguay, desde 1992 se acumuló una deuda de 10.000 millones de dólares por intereses. Brasil no renunció a su parte, Macrì la condonó en 2017, pero nunca explicó el porqué de tanta generosidad.  Ni la Conmebol, ni la FIFA, ni la salida de la pandemia, que ambos mencionaron, explican la presencia en el encuentro expresidencial de la alta dirección del banco de Cartes. En 2007, el embajador estadounidense, James Cason, informó a su gobierno que por ahí pasaba el 80% del dinero que se lavaba en Paraguay. Tres años después, la embajadora en la Argentina, Vilma Socorro Martínez, reseñó una reunión realizada en Panamá por agentes de la DEA, de la agencia estadounidense de control de Armas, Tabaco, Alcohol y Explosivos (si, todo en una), de las mayores empresas tabacaleras y de una fiscalía de Nueva York, para tratar sobre el contrabando de cigarrillos atribuido a Cartes. Ambos temas constan en los cables secretos divulgados por Julian Assange, que por eso está preso en Londres, bajo amenaza de extradición

El lanzamiento argentino del grupo continental sería el 17 de agosto, con una movilización que sus organizadores imaginan en un millón de personas. Las granjas de trolls ya ha comenzado a divulgarlo, al mismo tiempo que se procura desatar una corrida bancaria, con anuncios falsos sobre una confiscación de dólares y pesos en los bancos.

Además se  intenta  instalar la hipótesis de una renuncia del Presidente Alberto Fernández, y su reemplazo por la Vicepresidenta CFK, lo cual convoca todos los demonios del antiperonismo más irreductible, que ha rebrotado con la misma virulencia de las décadas de 1950 y 2000, a pesar del intento presidencial de ubicarse en un alfonsinismo conciliador. Quien lo hizo fue Daniel Sabsay, el mismo abogado que obtuvo una ovación de una audiencia patronal cuando exigió a los gritos que Cristina mostrara su título de abogada, que ya habían visto dos jueces. Y no pidió disculpas ni dijo que a él no lo operaba nadie, como sí hizo la bella Juana Viale.

Al regreso de Macrì a la Argentina (sin fotos que muestren si trajo de vuelta el portafolios repleto de documentos, del que no se separó ni siquiera dentro de la residencia de Cartes) se pusieron en marcha mecanismos similares a los que a partir de 2014 desgastaron al gobierno de CFK, de modo de permitir el ascenso de Macrì a la presidencia. Si la operación no tuviera éxito y el gobierno subsistiera, de todos modos serviría para condicionar cómo será la nueva normalidad, posterior a la pandemia y el rol que entonces asumirá el Estado.

Fuente: El cohete a la luna