A fines de marzo de este año explotó una noticia en Uruguay que involucraba a una figura argentina. El gobierno charrúa tomaba la decisión de expulsar del país a Adriano Sessa (22) el hijo de la actriz Mónica Gonzaga.

¿El motivo? Lo acusaron de organizar una fiesta clandestina para más de 500 personas en su casa particular y violar las normas que prohíben las aglomeraciones para evitar la propagación del coronavirus.

Esgrimieron razones "de orden público y de índole sanitaria en tanto y en cuanto (el ciudadano argentino) violó normas que expresamente prohíben aglomeraciones en función de la emergencia sanitaria" declarada por el gobierno de Luis Lacalle Pou.

La fiesta, que fue desarticulada por la policía, ocurrió durante la madrugada del sábado en la casa particular del argentino en la localidad de Sauce de Portezuelo, a 15 kilómetros del exclusivo balneario de Punta del Este, en el departamento de Maldonado.

Quienes participaron de la reunión contaron que adentro del lugar no se respetó el distanciamiento social y hay quienes dicen que el evento no fue un mero festejo de cumpleaños, sino que, se pagaba una entrada en dólares, había un DJ tocando y hasta se encontró una barra de tragos.

Contradicciones

Tras la viralización del caso, Gonzaga defendió a su hijo en su cuenta de Instagram. En detalle, la ex vedette compartió una imagen de Adriano durmiendo en una cama junto a una perra y a su lado escribió: "Mi hijo estudiando, así lo encontré (en vez de en una fiesta)".

Más tarde y ante las pruebas irrefutables, la actriz cambió su discurso y dijo que la fiesta se le fue de las manos cuando se viralizó la ubicación: "Apareció gente desconocida y cuando escuché el ruido y miré le dije a los chicos llamé a la Policía y así se fueron todos", relató.

Y completó: "Serían 100 personas pero hoy es un descontrol en pandemia y corté por lo sano. Yo por ser persona de riesgo no salí pero la Policía llegó enseguida y terminó todo".

23 mil dólares de multa 

Radicada finalmente en Argentina otra vez, Gonzaga habló con el programa El Espectador, que conducen Ángel de Brito, Pía Shaw y Pilar Smith en CNN radio, que todo lo que vivió "Me hizo acordar a la época del Proceso".

"Ahora que pasó algo de tiempo estoy un poco mejor y aliviada. Mi hijo participa de una película como productor, y yo ya me estabilicé. Pero durante mucho tiempo no me podía dormir, no lograba conciliar el sueño"contó la actriz.

"Me despertaba a las 2 de la mañana, o cada dos horas. Fue muy feo lo que pasamos", agregó.

Sin embargo, el tema todavía no terminó. "Hay una cuestión administrativa donde nos quieren cobrar una fortuna. Una locura. La multa que nos quieren cobrar es de 23.000 dólares", se quejó Gonzaga. 

Por otro lado, Mónica le contó a los periodistas que no se va a quedar por mucho tiempo en nuestro país. "Me voy a Los Ángeles porque me convenció una amiga para darme la vacuna de Pfizer porque me dijo que es la mejor de todas, la que más conviene. Así que me voy para allá".

Fuente: Clarin