Un hombre de 49 años y su hijo de 9 fueron encontrados sin vida el miércoles pasado en un departamento de la ciudad de San Francisco, en   Estados Unidos, y los investigadores manejan la hipótesis de que se trataría de un homicidio seguido de suicidio por una disputa que tendría que ver con la vacunación del nene.

Stephen O’Loughlin, el padre del niño asesinado, sufría de graves alteraciones psiquiátricas y además se encontraba en medio de un litigio judicial con su exesposa por la salud y la tenencia del hijo que ambos tenían en común, informaron medios locales.

En ese sentido, de acuerdo con el San Francisco Chronicle, la audiencia por la tenencia del niño estaba programada para el próximo mes de marzo. La pareja se divorció en 2016 y la madre del niño buscaba la custodia exclusiva de su hijo para poder tomar decisiones médicas en su nombre sin la interferencia de su ex marido.

Según las fuentes policiales, el hombre, quien era vicepresidente de una compañía de inversiones, tenía una herida de bala en su cuerpo, al igual que su hijo.

El padre del niño había aprobado un día antes de su suicidio, la resolución de un juez, que exigía que su hijo Pierce recibiera una vacuna.

Lesley Hu, exesposa de O'Loughlin y madre del niño, dijo que el presunto asesino formaba parte de un “grupo de autoayuda de la (new age) nueva era” desde hacía una década, y estaba convencido de que el gobierno de  Estados Unidos utilizaba las vacunas para "controlar mentalmente" a los ciudadanos. 

Hu, había sido ascendida recientemente a vicepresidenta ejecutiva de una empresa proveedora de contenedores donde ha trabajado durante más de 15 años.

El día del crimen, la madre llamó a la policía después de enterarse de que su hijo no se había presentado a clases en Convent & Stuart Hall, la escuela católica donde asistía Pierce y por la cual pagaban 35 mil dólares al año.

O'Loughlin era paranoico con las vacunas

La abogada de la madre, Lorie Nachlis, afirmó que O’Loughlin sufría de una enfermedad mental de años atrás que no se atendió, lo que lo volvía paranoico con las vacunas y obsesionado con la salud de su hijo.

“Sí, los padres no estuvieron de acuerdo con las vacunas, pero no estuvieron de acuerdo con otros temas que afectan el bienestar del niño. De hecho, no estaban de acuerdo sobre si Pierce era un niño sano o un niño enfermo. ¿Su nariz tapada era producto de alergias o algo más grande? Pierce no fue asesinado por un desacuerdo sobre la congestión nasal y no fue asesinado por un desacuerdo con respecto a las vacunas. Lo mataron por razones mucho más complejas”, detalló Nachlis.

O’Loughlin se había negado a permitir que su hijo fuera vacunado desde una edad temprana, alegando que Pierce estaba lesionado por la vacuna y había sufrido efectos secundarios graves como resultado de recibir inyecciones cuando era bebé, incluidos vómitos y una pérdida de peso dramática.

“Este no se trata sólo de un padre ‘anti vacunas’ que busca evitar que su hijo sea vacunado. Para el niño promedio, la relación riesgo-beneficio de las vacunas está a favor de las vacunas. Sin embargo, para un determinado subconjunto de la sociedad, ese no es el caso. Pierce es una de esas personas”, argumentaron en su defensa los abogados de O’Loughlin en una presentación de principios de enero.

Sin embargo, Hu negó las afirmaciones de su ex marido y argumentó que los médicos de Pierce recomendaban encarecidamente que estuviera completamente vacunado. “La postura (de O’Loughlin) sobre las vacunas había adquirido un tono de culto”, afirmó.

Según la madre de Pierce,  O’Loughlin filmaba la respiración de Pierce varias veces al día “para documentar la congestión nasal”.

El Centro para el Control de Enfermedades aseguró los estudios científicos mostraron la evidencia de que las vacunas son seguras y que no existe un vínculo científico entre las vacunas y el autismo. 

Fuente: Crónica