La lista de 80 direcciones de email que la interventora Cristina Caamaño encontró en una computadora de la Agencia Federal de Inteligencia y la denuncia de un ex funcionario de la agencia que fue víctima de un atentado, forman apenas la punta de un iceberg. Entre los materiales encontrados en ese sótano de la democracia, según la gráfica expresión presidencial, también hay seguimientos a figuras políticas de primer nivel del propio gobierno que presidió Maurizio Macrì, que fueron fotografiadas tanto en actividades políticas como en otras de la vida privada, con posibles fines extorsivos. Los personajes escogidos tenían nombres en código, aunque las fotos no dejan lugar a dudas sobre su identidad, porque son muy conocidos.

El principal de ellos es intendente de la Capital, Horacio Rodríguez Larreta, fotografiado al entrar y al salir de un edificio particular.

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Otras figuras de la coalición oficialista que fueron sometidas al mismo tratamiento por el amigo y socio ex presidencial Gustavo Arribas, son el ex presidente de la Cámara de Diputados Emilio Monzó, quien en la jerga de la AFI era mencionado como Punto Cero. También su principal socio político y ex jefe de la bancada de diputados del PRO, Nicolás Massot, a quien los espías se refieren como Durazno, posiblemente por el color de su pelo.

Pero los seguimientos y las fotografías alcanzaron además a figuras que no integraban Cambiemos o Juntos por el Cambio, aunque por momentos estuvieron cerca, por su conflictiva relación con la ex Presidenta CFK. La principal de ellas es la entonces presidenta del bloque del Frente Renovador que respondía a Sergio Massa, Graciela Camaño. Para la AFI de Arribas y Silvia Majdalani, la ex ministra de trabajo era Ramona. Electa siete veces diputada nacional desde 1989, es reconocida por su eficacia en la labor parlamentaria. Aunque Sergio Massa pasó de la UCeDé al justicialismo bajo la tutela de Camaño y de su consorte, Luis Barrionuevo, en 2019 Ramona no siguió la deriva del ex candidato presidencial y en vez de apoyar la fórmula Fernández-Fernández, cerró trato con el ex ministro de Economía Roberto Lavagna, con lo cual volvió al Congreso en representación de Alternativa Federal. Uno de los datos más llamativos del espionaje ilegal realizado por la AFI, es que el seguimiento alcanzó incluso a la secretaria de Graciela Camaño.

Las repercusiones de estos seguimientos son impredecibles. Pero es de imaginar que incidirá en la polarización entre las líneas internas de JxC: por un lado el ex Presidente y sus pocos leales (Patricia Bullrich, Marcos Peña Braun, el parvenu Miguel Pichetto y los ruidosos denuncistas de la infectadura); por otro, Rodríguez Larreta (acompañado por el Hada Buena y en cordiales relaciones con Punto Cero  y Durazno). Otra incógnita es cómo reaccionará la Coalición Cívica Libertadora de la heroína radical Elisa Carrió, y los restos del partido histórico que Macrì llevó a la rastra durante cuatro años.

Un atisbo se tuvo con las denuncias del ex senador radical por Chubut, Mario Cimadevilla, acerca de la manipulación judicial de Macrì, su vice Gabriela Michetti y su ministro Germán Garavano, para encubrir el encubrimiento del atentado de 1994 al edificio de la DAIA. Carrió lo apoyó sin dudas. Más aún, fue parte de la denuncia, llamó imbécil a Garavano y pidió su juicio político. La UCR guardó un religioso silencio.

Un camino posible cuando aparezcan las fotos es el que intentó el justicialista de PRO Cristian Ritondo ante la denuncia de Cristina Caamaño ante la Comisión Bicameral Permanente de Fiscalización de los Organismos y Actividades de Inteligencia: poner en duda el origen del material, requerir precisiones procedimentales. Claro que una imagen vale más que mil palabras.

Fuente: El Cohete a la luna