*EN ESTADO DE ALERTA* Sectores radicalizados están al acecho

Más allá de la representatividad de las entidades gremiales del campo, que deben oscilar entre los reclamos de sus bases y el trato con la clase política argentina, productores en todo el país instalan su preocupación sobre un tema por demás sensible: los derechos de exportación, también conocidos como “retenciones”.

El conflicto por las retenciones móviles en soja de marzo de 2008, marcó un antes y un después en la política argentina. Durante su campaña presidencial, el entonces candidato Mauricio Macri tomó nota de esta situación y entre sus promesas al agro anunció que eliminaría este tributo en todos los cultivos, salvo en soja. 

Esta promesa fue cumplida a medias. Al inicio del ciclo de Cambiemos en la Casa Rosada, se eliminaron los derechos de exportación en trigo, maíz y girasol y los de soja quedaron en un 26 por ciento, con la idea de implementar una rebaja gradual para llegar a diciembre 2019 con un 18 por ciento.

El tsunami que barrió con la economía argentina en septiembre del año pasado hizo estallar esta política tributaria y las retenciones regresaron con nuevo formato: de 3 a 4 pesos por dólar exportado para todos los productos, mientras que la soja –la gran caja de la política argenta- se le agregó un 18 por ciento más. 

El esquema tenía su letra chica. Si el valor del dólar decrecía (algo extraño en la economía nuestra de cada día) su incidencia era mayor pero si su cotización aumentaba su impacto se atenuaba. La cuenta es por demás simple: esta medida se implementó con un valor de la divisa norteamericana de 46 pesos. La devaluación que llevó al dólar a superar los 60 pesos licuó este tributo.

El futuro presidente Alberto Fernández se halla ante una encrucijada. Se descuenta que modificará este esquema y, los productores que solo refunfuñaron por lo bajo ante la promesa incumplida de Macri, se están organizando en todo el país y ya le mostraron los dientes a quienes serán gobierno a partir del 10 de diciembre.

Un video que circula estos días por las redes muestra a un grupo de productores, que estuvieron presentes en la marchas del “Sí, se puede” macrista. Si bien manifiestan respetar la voluntad popular expresada en las urnas el pasado 27 de octubre, responderán con tractorazos ante "cualquier medida autoritaria y abusiva" del próximo gobierno de Fernández, como los "delirios de una reforma agraria”, en clara alusión a las declaraciones del dirigente Juan Grabois.

La postura de estos grupos de productores es por demás clara: buscan la mínima excusa para agitar el fantasma de la “125”, y así poder comenzar una campaña de desgaste y conflictividad para desequilibrar al futuro gobierno.

Ese "caballito de batalla" podría convertirse en una bandera que esconde un interés mucho mayor: instalar en Argentina una agenda de reclamos sectoriales y de clase similares, por ejemplo, a los que los sectores conservadores impulsaron en Bolivia.

Alberto asumirá con luces rojas en todo el tablero económico y quitar los derechos de exportación es el equivalente a dispararse un tiro en el pie. Y frente a un sector de productores radicalizados, la cuestión no pasa por algún punto más o menos en el porcentaje de las retenciones. Está claro que las mismas son parte de una política económica y una herramienta con la que cuenta el Estado, más aun en una situación crítica como la que atraviesa ahora el país. 
La confrontación es claramente ideológica y tanto el presidente electo como su ministro de Agricultura (suena Gabriel Delgado, quien ya tuvo un paso por esa cartera) deberán transitar un campo minado, en un contexto regional marcado por la desestabilización y la conflictividad. Solo resta esperar que prime la cordura en la mayor cantidad de sectores y no las ambiciones desmedidas que agudicen cualquier situación más alla de límites razonables para la convivencia democrática.

Fuente:Realpolitik