Desde Londres

Boris Johnson renunció, pero no se va del todo. He aquí el meollo de la crisis política británica que activó el primer ministro al anunciar su dimisión este jueves al mediodía.

El acuerdo de Johnson con Graham Brady, presidente del poderoso grupo 1922, que nuclea a los diputados sin cargo en el gobierno, es que seguirá a cargo del gobierno hasta que el Partido Conservador elija un nuevo líder que automáticamente se convertirá en primer ministro.

Este proceso de elección interno conservador es engorroso. Tienen que votar en sucesivas rondas los 359 diputados conservadores hasta que queden solo dos finalistas. Con las reglas actuales, estos dos finalistas tienen que someterse al voto de los miembros del Partido Conservador. Cada ronda de votación requiere una campaña de diferenciación y acusaciones. El proceso puede durar hasta tres meses. ¿Va a estar mientras tanto el totalmente desprestigiado Boris Johnson al frente de la maquinaria de gobierno?

¿Quién quiere a Johnson?

El líder de la oposición Keir Starmer dijo que Johnson debía abandonar su cargo ya y que si no lo hacía convocaría a una moción de censura. “Tiene que irse por completo. Nada de quedarse un poco más. Su propio partido ha concluido que no puede liderarlos. ¿Por qué va a poder liderar al país? Estamos clavados con un gobierno disfuncional en medio de una grave crisis económica. Si los conservadores no lo sacan, el laborismo presentará una moción de censura”, dijo Starmer.

El mensaje de Starmer parece el típico de un partido de oposición frente a una crisis profunda del oficialismo. Las distintas agrupaciones opositoras parecieron buscar en el diccionario nuevas palabras para decir lo mismo. Nicola Sturgeon, la ministra principal de Escocia, dijo que la situación era "insostenible" y que Johnson no podía seguir ni un día más.

Lo que sí sorprende es la cantidad de voces conservadoras que se sumaron a este asalto contra el ahora primer ministro en funciones. Uno de los mensajes que más resonaron fue el del ex primer ministro conservador John Major.

En una carta a Graham Brady dijo que “por el bien del país”, Johnson debía irse ya. “La propuesta de que el primer ministro siga en su puesto por hasta tres meses luego de haber perdido el apoyo de su gabinete, su gobierno y el partido en el parlamento no es muy inteligente y casi seguro que no será sostenible. Por el bien del país tiene que dejar 10 Downing Street ya que tampoco tiene la confianza de la Cámara de los Comunes”, propuso Major.

El ex primer ministro propuso que el actual viceprimer ministro (y canciller) Dominic Raab se hiciera cargo o que se simplificara el sistema de votación de los conservadores para que los parlamentarios tories eligieran al nuevo primer ministro que luego sería sometido a la aprobación de los miembros del Partido Conservador. “Ninguna de estas opciones es ideal, pero el interés del país debe estar por encima de todo”, concluyó Major

El Chernobyl rubio

Después de los escándalos del Partygate, los chanchullos financieros y las debacles sexuales que rodearon sus caóticos 1079 días de gobierno, la credibilidad de Johnson es nula en todos los frentes: partido, parlamento, opinión pública, mercados y medios, incluidos los conservadores. El semanario The Economist tildó a Johnson de “tóxico” y de “Chernobyl rubio” que corroía todo lo que tenía cerca. Por esta misma razón concluyó que sería muy difícil que funcione un gobierno de transición. 

“Un gabinete está sellado por el sistema de responsabilidad colectiva. Defender la conducta del primer ministro en los medios es la lealtad básica que se necesita para formar parte del gobierno. Las diferencias privadas a nivel político se disfrazan en nombre de la unidad. Este funcionamiento es posible cuando el gobierno es liderado por alguien competente y confiable. Pero en el caso de Johnson, la lealtad ha convertido a sus colegas en cómplices”, señaló el editorial del The Economist. 

 Y está claro que Johnson no ha cambiado un ápice con la crisis como demostró su mensaje de renuncia. “Quiero decirles a los millones que nos votaron en 2019, que les agradezco el mandato con que nos dieron la más importante mayoría parlamentaria conservadora desde 1987. Y la razón por la que luché tanto en estos últimos días para continuar en mi cargo, fue porque deseaba cumplir con ese mandato porque para eso había sido elegido”, dijo Johnson.

Que lo saque la reina

El caos y la desorientación política que se vive es tal que George Freeman, diputado conservador que renunció como secretario de estado de ciencia este jueves, propuso que la monarca, la Reina Isabel, elija un primer ministro interino. “Bajo este ministro interino los ministros podrían funcionar mientras el Partido Conservador elige un nuevo líder”, dijo Freeman.

La propuesta no deja de ser asombrosa para todo aquel que aprendió que en el Reino Unido la monarca “reina, pero no gobierna”. “Boris Johnson tendría que llevar su renuncia a la reina y aconsejarle el nombre de un primer ministro interino”, opinó Freeman.

El secretario parlamentario de Johnson, James Duddridge le contestó inmediatamente que no había ningún precedente para seguir ese rumbo. “No hay una base constitucional para seguir otra ruta que la que hemos tomado: que el primer ministro siga en su puesto. Es lo que sucedió en el pasado y lo que va a suceder ahora. No hay ningún precedente para actuar de otra manera”, dijo Duddridge.

Serrat/Machado le contestarían que se hace precedente al andar, pero eso es otra historia. Algunos medios ponderaban la inédita posibilidad monárquica. Otros preferían que se hiciera cargo una figura histórica de peso. En lo que sería una vuelta rocambolesca a la sensación de farsa reinante se ha mencionado a Theresa May, la primera ministra que Boris Johnson desplazó en un golpe palaciego en 2019 como figura de consenso hasta que se elija un nuevo líder partidario. Sería un ejemplo del famoso dicho que la "venganza es un plato que se sirve frío".

 Un diputado conservador resumió la situación de esta manera en el matutino The Guardian. “Me parece imposible que pueda continuar cuando todo el mundo ha perdido la fe en él y el gobierno está paralizado. De la manera en que se ha comportado en los últimos días, ¿se puede confiar en él para que lleve adelante una transición ordenada? ¿Cuántos colegas podrán servir de manera honorable en su gobierno? ”, escribió el diputado por el barrio de Bromley en el sur de Londres, Bob Neill. 

Fuente: Pagina 12