¿Dónde arranca esto? En una noticia que se dio a conocer unos días atrás:

Nicolás Dujovne ya está en Washington para lograr un salvataje del Fondo Monetario Internacional (FMI). El Fondo, que supuestamente es "diferente al de 20 años", según palabras del propio ministro, hace poco tiempo le pidió tocar los gastos más sensibles del Estado si quería cerrar la brecha fiscal: jubilaciones, planes sociales y empleo público.

Ocurrió en diciembre último, en medio de la revisión de cuentas que hizo el FMI en base al artículo IV de su convenio, que le permite analizar la economía de sus países miembros. Allí, el Fondo fue elogioso con el gobierno de Mauricio Macri, pero dejó varias advertencias que en este nuevo contexto adquieren otro color.

Allí, el FMI advirtió que hay "importantes desafíos pendientes y que se precisan esfuerzos adicionales". Al respecto, los directores a cargo de la revisión de las cuentas afirmaron que es"esencial" reducir el gasto público, "en particular salarios, pensiones y transferencias sociales".

El Fondo, autor intelectual de la reforma previsional de diciembre de 2017, intentó luego mitigar su pedido y agregó una línea en la que hacen hincapié en la "importancia de mitigar el impacto del reequilibrio fiscal en los segmentos más vulnerables de la población". Un ajuste sobre jubilaciones que no afecte a los jubilados, un verdadero contrasentido.

Como si fuera una casualidad (o causalidad), el FMI advertía que el mercado laboral en Argentina era "rígido". Es decir, pedía una mayor flexibilización. El Fondo hacía hincapié en los altos costos para despedir, tanto individual como ajustes masivos de personal, los límites para el empleo temporario y las paritarias que también son "un tema", según el FMI. Por eso, pide "limitarlas".

Además, pedía abrir más el mercado a las importaciones y estaba de acuerdo en reducir la carga tributaria a empleadores, algo que proponía cambiar por una mayor extensión del impuesto a las Ganancias para las personas físicas.