El Mundial de Qatar viene ofreciendo muchas sorpresas, no sólo en el plano futbolístico, sino también en lo que rodea a todo lo que tiene que ver con lo deportivo.

Las manifestaciones públicas son uno de los puntos trascendentales aquí en Doha. Los hinchas no se esconden en el momento de reflejar su pasión por el país que defienden, y lo hacen notar en cada lugar de la ciudad.

Lo que ocurrió en el duelo entre España y Marruecos, por una de las series de octavos de final, fue curioso. Los marroquíes fueron los que dominaron las calles, y de la misma forma lo hicieron dentro del estadio Education City. A pesar de que no es un conjunto con tradición mundialista, cuenta con una gran cantidad de seguidores.

A diferencia de lo que sucede con otras naciones, las cuales poseen simpatizantes de otros países que lucen camisetas de Argentina, Brasil, Portugal o Francia, los marroquíes arribaron directamente desde el norte de Africa.

España, campeón del mundo en 2010, precisamente en aquel continente cuando el torneo se disputó en Sudáfrica, llegó a Qatar como uno de los favoritos, pero lentamente sus acciones fueron bajando.

En la misma proporción, los fieles españoles empezaron a dudar de su seleccionado cuando transitó una accidentada fase de grupos, y muchos tomaron la decisión de regresar a su país luego de la derrota ante Japón.

Los europeos cuentan con un plantel muy juvenil, y ante Marruecos no recibieron apoyo desde afuera, debido a que los marroquíes fueron los dueños absolutos de las tribunas.

Los chicos españoles no volvieron a repetir el nivel que exhibieron en el debut ante Costa Rica, cuando golearon con un despliegue de juego admirable. La actuación que tuvieron allí no volvió a ofrecerse.

Marruecos, por su parte, fue el que estuvo más cerca con un esquema más práctico: recuperar la pelota y utilizar la velocidad de sus mediocampistas para llegar al arquero Simón.

El árbitro argentino Fernando Rapallini fue el tercer protagonista del encuentro. El hombre nacido en La Plata estuvo correcto en sus fallos y no se complicó con alguna decisión polémica.

La disparidad que había en el exterior no tuvo correlación en el campo de juego, y el equilibrio entre ambos se mantuvo durante el tiempo reglamentario. La extensión del tiempo se hizo inevitable después de un desarrollo con pocos atractivos.

El suplementario volvió a mostrar las mismas intenciones de los dos lados, aunque España fue el que insistió un poco más cerca del área de Bounou. El aliento de los africanos desde afuera no pudo tampoco hacer reaccionar a sus jugadores, que fueron reflejando el cansancio físico a medida que se acercaba el final.

La definición por penales terminó favoreciendo a Marruecos, que por esa vía se instaló en los cuartos de final de la Copa del Mundo. Para esa instancia, la incertidumbre será observar con cuántos hinchas contarán los marroquíes.