En plena pandemia a pocas horas de batirse el triste récord de nuevos casos y muertos por coronavirus, algunos se preparan a ir esta noche a beber o a cenar en algún restaurante clandestino porteño. El dato es un secreto a voces, no es fácil conseguirlo, pero tampoco imposible. Mientras 1200 espacios gastronómicos cerraron sus puertas en la Ciudad de Buenos Aires y otros luchan por no cerrar, algunos abren sin culpas las puertas de sus restaurantes, alentados en redes por el polémico ex concejal y analista de mercados financieros Carlos Maslatón, convertido en líder de muchos anticuarentena.

Los primeros en violar las reglas fueron algunos bares porteños, tímidamente y a puertas cerradas, empezaron a correr el dato entre sus clientes más fieles. Como no paso nada, no hubo controles, no hubo clausuras, eso sirvió para alentar aperturas de restaurantes de primer nivel. La idea fue abrir las puertas, pero despistar en redes. Algunos continúan ofreciendo delivery, venden panes en sus mercaditos take away, tratan de que nada altere la rutina para el afuera. Pero hubo cambios, y no hay más tiempo para dar recetas en vivo en Instagram. Las principales aperturas clandestinas son de lugares que tienen algunos de los cubiertos más caros de Buenos Aires y sus propietarios son reconocidos chefs.

Estas aperturas comenzaron a generar una gran inquietud en el resto de los gastronómicos con más historia en el sector, que piden reglas claras para poder competir y aseguran que esto pone en riesgo el futuro de todos. La periodista gastronómica Cecilia Boullosa, quién dirige la agencia de contenido digital Miserere, más conocida en redes como @chicaelectricaa, se convirtió en la vocera del sector con su publicación en  Instagram.

Resumió la bronca de todos los gastronómicos: “Si chefs bien conocidos y mejor contactados, que no tienen apremios económicos, que nos representan en el mundo y que son un ejemplo a seguir para muchos gastronómicos,ya están abriendo impunemente sus restaurantes y cobrando un ticket, todos pueden abrir no?. Reglas iguales para todos. O excepción de reglas, también igual para todos”, señaló @chicaelectricaa en IG, cuyo trabajo fue incansable para ayudar al sector, creando un mapa de delivery.

A contramano de todo, Carlos Maslatón, analista técnico de mercados financieros; bitcoinero; abogado, además de siempre polémico, comenzó a militar no sólo por la causa anticuarentena, sino por las reaperturas clandestinas. Hace pocas horas escribió en twitter: “Hay insurrección este fin de semana en toda la Capital y el Gran Buenos Aires. Están abriendo masivamente restaurantes clandestinos. Es obligación de todo cliente: 1) No denunciar ni publicar coordenadas; 2) Pedir la cuenta 100% barrani, nada de facturas. El enemigo es el estado”.

Ruta secreta de bares y restaurantes clandestinos

Desde el martes 28 arrancó con su campaña y publicó una ruta secreta de bares y restaurantes clandestinos que abren sus puertas en territorio de Horacio Rodríguez Larreta, sin ninguna clase de problema. Algunos los mencionó con nombre y apellido. Ese día, contó y mostró en Twitter lo que almorzó, de manos de Dante Liporace, ex chef de Mauricio Macri en la Casa Rosada, propietario del restaurante Mercado de Liniers ubicado en el barrio de Colegiales, que a los dos días de abrirlo, tuvo que cerrar por la pandemia y tuvo que reinventarse con delivery. 

Maslaton develó lo que le cocinó el ex chef de la Rosada: “Tortilla en deconstrucción, creación de Ferrán Adriá de El Bulli, espectacular en Buenos Aires  hoy por Dante Liporace de Mercado de Liniers”, contó y luego agregó otro tweet: “Némesis de chocolate, espuma de café y caramelo, almendras garrapiñadas. Mercado de Liniers, Buenos Aires”, para que no quede ninguna clase de dudas.

A los dos días, el 30, volvió a contar el menú que almorzó a las 14 horas y mostró fotos. “Pasta seca, curry de Madras, mejillones, nduja; Mercado de Liniers, Buenos Aires” y le agregó en otro tweet el postre: “Panna Cotta con frutos rojos, Mercado de Liniers, Buenos Aires”. A la noche tuiteó: "Rabas clandestinas, desde algún lugar de Buenos Aires, 100% barrani. Los maoístas del gobierno militan la cuarentena china. Nosotros, militamos la insurrección contra el estado opresor. Y militamos la libertad frente a la dictadura".

Parece que la cuenta fue bastante suculenta, porque Maslaton se quejó el 31: “Cenar o almorzar en los restaurantes clandestinos de alta cocina durante esta cuarentena, está costando hoy 5000-10000 pesos de papel por persona. Es un anticipo de cómo estarán los precios apenas abran la economía y caiga la actual política maoísta de inflación reprimida”.

El mismo día 30 pero a las 10:30 de la mañana mostró el ticket no válido que decía que la salida había sido en grupo. Por 5 cafés, un café con leche, tres tostados de jamón y queso, un budín y dos Coca Cola light pagó $2580. Maslaton sigue de gira y cuenta por redes los precios que cobran hoy los bares y restaurantes clandestinos. Según dijo, un café hoy cotiza $180 y una gaseosa $150.

Hace pocas horas, a las 14 del sábado, Maslatón volvió a contar como viola la cuarentena y se jacta de nuevos restaurantes que visita gracias a la falta de controles: “Almorcé recién en un italiano clandestino. 2400 pesos de papel para dos. Les dije que dejaba 3000 pesos condicionado a que NO emitieran la factura fiscal de la dictadura. Ellos procedieron, y yo también. Abajo el gobierno, triunfa la libertad”. Ahora la militancia no es sólo por la apertura, sino también para desestabilizar al Gobierno, según confesó.

Desde su cuenta de twitter, el analista tributario, sabe como hacer para debilitar a un presidente. “Favorezco la amnistía tributaria para Cristóbal López. Hizo bien en no pagar, es un ejemplo para todos. Evadir es la consigna de la hora política. El enemigo es el estado y debe ser desestabilizado, reventándole recaudación y endeudamiento en el mercado, y forzándolo a emitir”, tuiteó desde @CarlosMaslaton, hace pocas horas. 

Cuando alguien le preguntó su opinión sobre las fiestas, fue claro: “Hay que hacerlas de 150 personas y 10 por cada barrio. Solo la violación masiva de la cuarentena maoísta de la dictadura, permitirá la recuperación de la libertad en la Argentina. Y todo 100% barrani”.

Desde la asociación que agrupa a hoteles, restaurantes, confiterías y bares porteños repudian las aperturas clandestinas de bares y restaurantes: “No estamos de acuerdo, es un riesgo, es una locura. Empresarios gastronómicos con historia no lo hacen, es gente nueva en el sector. Priorizan lo individual a lo colectivo. Si esto empeora te dejarán reabrir una semana y después te vuelven a cerrar. Para reabrir un bar o un restaurante chico necesitas $700.000 y eso se perderá. A los empresarios se les venció todo, las gaseosas, las cervezas y nadie se los toma de nuevo. Abrir es arriesgarnos, que crezcan los contagios, es una irresponsabilidad. Esto es una movida política y lo único que quieren es usar la desesperación de la gente”.

Todas estas burlas ocurren, mientras han cerrado bares históricos como La Rambla de Recoleta, La Flor de Barracas, La Tekla, Sheldon. Clara, Bad Toro, Sorrento de Corrientes con 140 años, Sottovoce y La Parolaccia Casa Tua de Puerto Madero, Hong Kong Style y Todos Contentos del Barrio Chino. Lugares que por respetar las reglas tuvieron que bajar la cortina.

Sin controles, crecen las aperturas clandestinas, mientras el dueño de Zum Edelweiss se esfuerza para poder cumplir con sus casi 30 empleados y se preocupa porque cuando abran las puertas el protocolo que presentó la asociación de empresarios gastronómicos junto a otras entidades prohíbe el ingreso de personas de riesgo y no sabe que buena parte de su clientela está en ese rango.

Lo mismo le ocurre a Carlos Gutiérrez, dueño de La Biela, que ya se endeudó y pidió un préstamo de dos millones de pesos para pagar pagar sueldos, le costó mucho pagar el aguinaldo y hoy con sus 70 años, se esfuerza y va todos los días para atender los pedidos de take away que sólo le reportan el 7% de su facturación normal. Y se pregunta cómo hará cuando el gobierno porteño lo intente convertir en policía para pedirle documentos a sus propios clientes. El protocolo consensuado entre las cámaras y la Ciudad prohíbe el ingreso de mayores de 60 años a locales gastronómicos.

Mientras se preocupan por saber si usarán vajilla descartable, en algún lugar de Buenos Aires, no sólo abren las puertas en forma clandestina, sino que hasta permiten fumar, transgrediendo toda clase de reglas.  “En la clandestinidad de la cuarentena de la Dictadura Maoísta de la República Argentina, se vuelve a fumar en los bares y restaurantes que violan la Ley Seca vigente desde el 20/3. Es la primera vez en 6 décadas que no me molesta el tabaco: huele a libertad”, se ufana Carlos Maslaton, sin tener el menor pudor.

El reclamo de los empresarios gastronómicos incluye un pedido de igualdad de condiciones para todos y les piden solidaridad para poder pensar en un futuro para todo el sector, no sólo para unos pocos.

Fuente: BAE Negocios